jueves, 8 de mayo de 2008

LA ETAPA MÁS LARGA QUE CONCLUYÓ CON EL ROMANCE DEL PEREJIL

1º de mayo (quinto día): Triacastela – Ferreiros, 31,8 km)
Los agobiados insistieron: desayuno a las siete, que es preciso salir pronto. En la foto estamos a la puerta del bar donde desayunamos, preparados para salir. Y lo lograron: a las 7,40 estábamos en marcha. Para abrir boca la salida de Triacastela, por la vía de San Xil en lugar de la de Samos, además de bonita es un mucho fastidiada. Una larga cuesta de al menos un par de kilómetros que nos dejó a todos tocados. Pese a ello, se formó un grupito de avanzados que decidieron dar el do de pecho. Nacho, Ulpiano, Porota, Juan y Juanma se situaron en cabeza y a toda máquina aceleraron; el pressing fue tan intenso que Juan tuvo un sofoco, optando por seguir los consejos de Porota y aflojar.
Los otros tres siguieron adelante en plan cabezota y Juanma, en un extraño arranque, se marchó en solitario seguido (perseguido más bien) por Nacho. Así fueron sus quince kilómetros, a toda la velocidad posible y en solitario. Una vez el asturiano estuvo a punto de sorprenderlo, pero sólo a punto. Al final llegó avanzado a Sarria, pero un error con las indicaciones casi le cuesta la etapa. In extremis llegó el primero, con Nacho a unas decenas de metros, al mesón Os Tapas, junto al Concello, donde hubo un descanso más largo y surtido de lo habitual. No obstante, es hoy el día que las rodillas de Juanma aún se resienten. Eso sí, entonces hubo que poner cara de circunstancias y negar cualquier afección.
El paisaje, una vez más, provocó entusiasmo, pero en esta etapa, sobre todo en la segunda parte, Sarria-Ferreirós, casi 14 kilómetros, las quejas fueron constantes. Gran parte del pelotón la consideró exagerada y faltó un tris para el motín. A mayores, teníamos que avanzar con rapidez, pues el único albergue de Ferreirós cuenta con exactas 22 plazas. Ya cerca de Ferreirós, nos topamos con el mojón que indicaba que estábamos a 100 kms de Santiago.Como no podía ser de otro modo, hubo quien hizo de la necesidad virtud. La hospedera, prototipo de rotundidad y rigidez, con un punto de mala leche, ni quiso reservar por teléfono ni aceptó que los primeros guardaran sitio a los siguientes. Por tanto, llegaban, lograban plaza y contaban a los siguientes peregrinos para calcular las posibilidades de los demás. Finalmente, Irache y Susana llegaron fuera de tiempo y, oh! Milagro, Pepe se ofreció a acompañarlas a una casa de turismo rural. Todos los entendimos: ¡LO HACÍA POR SUSANA!
Pero como todo no se puede tener en esta vida, se perdieron dos momentos inolvidables de esta magnífica semana. El primero, el cachondeo (estilo Molinaseca) en el albergue después de meternos un cocido entre pecho y espalda. Hubo risas mil con Jaime, primero curando ampollas y después haciéndose la manicura en público en unas uñas, of course, proporcionales a su tamaño, además de otras mil historias que fuera de contexto poco dicen, como las dudas de si Hulpiano se escribe o no con “hache”. Después, en la soirée, Porota sacó a relucir sus artes de mujer y pegó la hebra con Serafín, el padre del dueño del mesón cercano donde comimos, cenamos y desayunamos. Entre mil sonrisas le regaló de todo, perejil incluído, además de nueces y le enseñó los interiores de la finca con absoluta entrega. Esta foto prueba lo superfelices que estaban los tortolitos, pero el caso es que los "cachelos" de la cena tardaron porque Serafin, en lugar de estar pelando patatas...estaba "pelando la pava" conTrini Walker.No sabemos cómo fue la despedida pues Porota reclamó privacidad para un momento como éste. Pese a todo fue generosa: parte de las plantas acabaron en el jardín de Ana, en Vigo, donde por primera vez ha conseguido que le prenda una mata de perejil, de momento. Nosotros, mientras tanto, agobiados por los quehaceres, "as usual":
En descargo de la rotunda hostelera que nos tocó en suerte, aclarar que accedió a que volviéramos un poco más tarde de la hora tope al albergue, del que lo más suave que podemos decir es que era un poco más cutre (bastante más) que los precedentes, con camas pegadas unas a otras de manera inmisericorde. Los baños, en la misma línea, bien para cuatro o cinco personas pero minúsculos para una tropa. Pero bueno, salimos del paso y recargamos fuerzas. Para cenar, la del mesón nos preparó pulpo, aunque unos cuantos (los de la vida sana) se descolgaron del manjar y optaron por fruta y yogur.

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